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viernes, 14 de diciembre de 2012

Medios Audiovisuales, Tics y Educación


Estamos en medio de grandes transformaciones. Movimientos sísmicos de una sociedad que parece quebrarse ante conflictos que lo aterraran: la “crisis de la educación”. Crisis de la escuela y del aula, crisis del lugar del docente, crisis de lo que se entiende por “alumno”.
El cruce entre sociedades de control y tecnologías de información estalla precisamente en la escuela y reconfigura las funciones de la institución educativa. La autoridad del docente se ve opacada por la seducción de la imagen encarnada en figuras mediáticas, ídolos y estrellas, efímeras o permanentes, emitidos por los medios de comunicación y por Internet. El tiempo y el espacio del aula no pueden aislarse del exterior; ahora las tecnologías de información hacen que se pase del tiempo lineal a la velocidad y del espacio material al espacio virtual.
En consecuencia, la actividad docente clásica, centrada en una actuación sobre la conciencia y sus tecnologías afines (la escritura, por ejemplo), pierde eficacia frente a una subjetividad, la del alumno, interpelada por los medios y las tecnologías desde su percepción.
Para Jesús Martin-Barbero, la escuela atraviesa grandes defasajes que la han llevado a caer en lo que hoy se tilda por “crisis”. El autor argumenta que la institución educativa moderna vive colocándose a la defensiva de los nuevos procesos de comunicación que hoy dinamizan a la sociedad, negándose a aceptar el descentramiento cultural que hoy atraviesa el libro.
En este entramado que inaugura nuevos escenarios y dispositivos de diálogo, hay un oficio que también deberá recapitularse, ya que en esta envergadura de resistencias y cambios, exige un nuevo modo de leer, así como también, una nueva forma de apropiarse críticamente de los contenidos.
Sin embargo, será también quien deba comprender que las nuevas tecnologías de la comunicación y la información no deberán ser ni de condicionamiento ni de identificación, sino de estructuración del pensamiento. En tanto, será la escuela quien tenga en el desafío de comprender que la mera introducción de medios y tecnologías puede ser un gran error si se lo hace para ocultar la dificultad de insertarse al nuevo panorama comunicativo. No se trata de llenar de computadoras y televisores la escuela, ya que ello sería una efímera modernización tecnológica que no tendría sentido sin la apropiación de las nuevas formas de transmisión y circulación de saberes, sino que se trata de generar un proceso de aprendizaje que enfrasque el rigor de pensar, analizar y criticar, sin que haya que renuncias a crear y divertirse.
Este es un gran reto cultural para la escuela (y docentes), que busca reducir (o eliminar) la brecha cada vez más ancha entre la cultura que enseñan los maestros y desde la que aprenden los alumnos. De superar los retos que la nueva sociedad propone, tendremos que comenzar a pensar en un uso creativamente pedagógico y crítico de los medios, en el cual el docente tendrá como objetivo principal el encuentro, y ya no será su tarea la mera transmisión de saberes, sino que deberá convertirse en un educador formulador de problemas, interrogantes, coordinador de equipos, sintetizador de experiencia.
El sociólogo catalán Manuel Castells, en su texto Internet y sociedad redactado con motivo de recibir el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Costa Rica, dice que “encontramos algo también banal pero que tiene enormes consecuencias pedagógicas y es que Internet desarrolla extraordinariamente la capacidad de combinatoria y de aprendizaje de los alumnos de primaria y secundaria pero a condición de que se den tres cosas fundamentales: primero, que los maestros y profesores sean capaces de funcionar en ese contexto; segundo, que haya Internet, pero no que haya Internet en una aula de informática cerrada con llave como suele ocurrir en la mayoría de las escuelas, sino que haya Internet en las aulas; y tercero, esto es lo más difícil, que el currículo escolar se adapte a la nueva pedagogía de funcionamiento por Internet. Por ejemplo, la supresión de los libros de texto.”
Pensar en las TIC’s en la educación formal, requiere reconocer a un maestro con una mayor capacidad de búsqueda de información y, por lo tanto, de códigos culturales para saber de qué es la información, dónde está, para qué se puede utilizar, e incluso algunas especificidades de tecnología. Esto no significa pensar en docentes “técnicos”, sino en docentes preparados para orientar a sus alumnos, interesados en implementar nuevas formas de enseñar, por ejemplo, a través de medios audiovisuales.

Yanina C.

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