Las infancias en situación de pobreza
Cuando
hablamos de las percepciones que tiene la sociedad sobre la infancia en estado
de pobreza, seguramente nos referimos a aquellas miradas de las clases
dominantes, pero probablemente no le preguntamos a una persona que vive en una villa miseria
sobre cómo ve a sus niños. La mayoría de los sectores más adinerados de la
sociedad que concentran la mayor parte del capital económico, ven a los
niños/as pobres como delincuentes, que no merecen ayuda porque son malas
personas; te roban, te matan, están en todas partes pidiéndote plata y eso los
molesta, los pone de mal humor y al
mismo tiempo les resulta indiferente la vida que llevan estos niño/as. Esta, es
otra forma de ejercer el paradigma opresores / oprimidos, con otros factores,
contexto, momento histórico, pero sigue siendo una cuestión de poder,
explotación y privilegios.
En el texto ¿Niños sucios, feos y malos? Una
lectura posible del Código Contravencional, las autoras dan cuenta de esta
visión que se tiene sobre los niños pobres como delincuentes. Ellas establecen
que las nuevas modificaciones del código contravencional solo marcan aun más la
exclusión social, las desigualdades y la falta de oportunidades para estos
niños en situación de calle. Opinan que los niños que deambulan, por las calles
de la ciudad de Buenos Aires, son perseguidos, golpeados y aprehendidos con el
pretexto de proteger los espacios públicos o privados; y son llevados a la
comisaría. En medio de este contexto en el que cada vez más sectores se ven
excluidos de la posibilidad de acceder a
la educación, la salud, el trabajo y la vivienda, el sistema represivo
resulta funcional a un proyecto político
de contención que puebla las cárceles sin solucionar los problemas
estructurales. De esta forma, se generaliza un mecanismo en el que todo aquello
que molesta y fastidia a los ojos de quienes ven cuestionados sus privilegios
tiene que ir a parar a la cárcel.
El
mejor medio para dar cuenta de estas situación de niños-pobres-delincuentes,
son los medios de comunicación y, sobre todo, la televisión. Vemos a diario
noticias sobre niños/as y adolescentes que roban comercios a mano armada, mata
a alguien por dos pesos, consumen drogas o sustancias nocivas para el organismo,
participan en hechos delictivos; niños que provienen en su mayoría de villas
miserias, barrios marginados, asentamientos, etc. Pero también, los medios de
comunicación, muestran a cada rato estas infancias como carentes de todo tipo
de necesidades tanto afectivas como materiales, transmiten un mensaje a la
sociedad de conmoción, lástima, aflicción, para que las personas se solidaricen
y ayuden a estos niño/as pobres. De ahí que las noticias del día sean las
donaciones, eventos a beneficios de instituciones que ayudan a los niños/as
pobres, etc.
Sabemos que vivir en la pobreza lleva a que
sean vulnerados algunos de los derechos que tienen los niños/as, por el simple
hecho de ser niños, pero podemos decir que no siempre ser pobre significa no
tener una infancia. En el documental “Las siete alcantarillas” del programa En
el mundo a cada rato, podemos conocer a Maca, una niña de 3/4 años de edad, que
vive en un barrio marginal a las afueras de Córdoba. Maca nos cuenta su
historia de vida feliz en este barrio lleno de artistas, donde todas las tardes
las mamas amasan el pan para la merienda de los chicos, donde su papá sale
temprano a trabajar porque es coleccionista de tesoros y su mama María una
excelente limpiadora de vidrios, y donde sus dos Hermanos Gus y Lucas se
divierten jugando al futbol.
Siendo tan pequeña, Maca, es la niña más feliz
del mundo. En el film vemos que a pesar de que muchas de las necesidades
básicas de estos protagonistas no pueden cubrirse como alimentación, asistencia
a la salud, educación, trabajo, vivienda digna, Maca recibe todo el afecto de
su madre joven, del resto de la familia y el amor de la comunidad donde vive.
Ella es feliz siendo pobre, siente que no le falta nada porque todo lo que
necesita se encuentra en su barrio; pero su vida va a cambiar en manos de
personas extrañas cuando su mamá muere debido a los golpes recibidos por el
papá de la niña y ella queda a cargo de otra familia. Estas situaciones pasan
en todas las familias de todas las clases sociales, solo que a los pobres se
los estigmatiza como los peores y, en cambio, las personas “incluidas” lo ven
como un pequeño desliz familiar, que a veces termina en la muerta, y muchas
veces con dinero, todo vuelve a la normalidad.
En nuestro país, hay muchos personas que
están en estado de pobreza y creo que hace falta que se trabaje más
conjuntamente con los padres y niños para que no se siga reproduciendo la misma
situación, muchas veces cargada de violencia, abuso, maltrato infantil,
explotación infantil. Creo también que es necesario que se distribuya la
riqueza de nuestro país más equitativamente para que los que tienen mucho no
sigan teniendo más y para los que no tienen nada terminen por quedar en la pobreza
extrema absoluta. Me parece que tienen que desarrollarse políticas públicas que
involucren más a los sectores privados que son los que más tienen pero no para
ayudar caritativamente a las personas que viven en la pobreza sino para
brindarle igualdad de oportunidades, para que puedan tener un trabajo digno y
que sus hijos/as puedan formarse como sujetos plenos de derechos.
Yanina C.
3° Prof. en Ed. Primaria
Bibliografía
consultada:
·
Jorolinsky,
Karen; Huber, Brenda, ¿Niños sucios, feos y malos? Una lectura posible del
Código Contravencional.
·
Documental
del programa de Unicef, En el mundo a cada rato, Las siete alcantarillas.
·
Miguel
Angel Sorbello, “En los pasillos donde las Políticas de Niñez no llegan”.
Pre-Congreso Sudamericano sobre Derechos
de la Niñez y la Adolescencia MORON 2010 - Argentina.
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